En la exploración espacial, el ser humano debe ir acompañado por plantas, como componentes esenciales de los sistemas de soporte vital que aporten los factores necesarios para la supervivencia humana y eliminen los residuos de su actividad biológica, todo ello de una forma sostenible (biorregenerativa). El crecimiento de las plantas en el espacio requiere conocer los mecanismos de detección y respuesta al ambiente espacial. Este ambiente se caracteriza, entre otras cosas, por la ausencia de gravedad, a bordo de las naves en órbita, o por niveles de gravedad sustancialmente menores que en la Tierra, en el caso de la Luna o Marte. La gravedad es un factor físico esencial, que modula los mecanismos de los procesos biológicos, tal como existen en la Tierra como resultado de la evolución. El crecimiento y el desarrollo de las plantas dependen del vector gravedad a través del gravitropismo. Las plantas crecidas en el espacio presentan fuertes alteraciones celulares y moleculares, como hemos podido demostrar en experimentos realizados en la Estación Espacial Internacional (ISS). Sin embargo, se pueden producir plantas adultas y flores aparentemente normales en la ISS, lo que revela que las plantas finalmente se adaptan para sobrevivir en el espacio. El estudio de los mecanismos de adaptación es uno de nuestros principales desafíos a corto y medio plazo. En experimentos recientemente concluidos en la ISS en colaboración con la NASA, hemos planteado el papel de la luz en los procesos adaptativos.