Hay más de tres millones de personas con discapacidad en España. Aunque convivimos con ellas todos los días y abundan las medidas bienintencionadas para fomentar la inclusión, muchas veces estas medidas no facilitan que las personas con discapacidad definan su vida en sus propios términos, y se convierten en un requisito más dentro de las buenas prácticas que rigen la vida cotidiana de las instituciones. Entre incluir y participar hay todo un trecho que merece la pena recorrer juntos.