¿De verdad todo es cerebro? Sí. Al menos, para ti, para mí y para todo ser humano: todo es cerebro, aunque lo ignore. Te despiertas, te levantas, haces esto, lo otro y lo de más allá... gracias al cerebro. Piensas, te concentras, amas, odias, te mueves, descansas y te vuelves a dormir... gracias al cerebro. La misma realidad exterior es como tú crees que es gracias al cerebro. ¿Incluso lo que ves con claridad y sin trampantojo alguno? Sí: esa misma realidad visible no sólo es diferente para cada animal según su sistema visual le permite percibirla, sino que cada uno de nosotros la vemos con más matices de lo que tú crees gracias al cerebro. Y, gracias al cerebro, un daltónico interpreta esa realidad de una forma tan particular como un psicópata puede verla gracias al cerebro. Si todo esto no te convence es gracias a nuestros cerebros: el mío no habrá sido lo suficientemente brillante como para convencerte; y el tuyo, a lo mejor, es que bate marcas de resiliencia.